El abuelo
A Jorge Barrón Feraudi y Nicanor Rollano
Serrudo
El abuelo duerme
junto a los álamos.
Las manos del
abuelo son cálidas pero duras como la piedra que se calienta al sol
los mediodías de
mi pueblo.
El abuelo son
esos banderines de un equipo
de muchas batallas y pocas glorias que heredamos
como un recordatorio de lo injusto de la vida.
de muchas batallas y pocas glorias que heredamos
como un recordatorio de lo injusto de la vida.
El abuelo está
en las hebras afiladas del aire del invierno,
sus refugios son
las prendas de lana parda,
las rutinas de
bodegón y botica,
los arcanos de taller
y biblioteca.
El abuelo vino
al mundo cuando el mundo era otro.
No digamos el
padre más bien el hermano de este mundo que conocemos,
un hermano que usa
guantes de lana y se resfría rápido.
Un mundo oloroso
a naftalina,
tabaco embolsado y licor sin perfumar.
El abuelo sólo
le teme a la soledad,
a no encontrar
el eco o el escándalo de la gente cercana
en corazón o
espacio,
a la cobardía
pública,
a los venenos
del poder y de las lenguas serviles.
(Por eso los
abuelos son gigantes
aunque midan un
metro y medio).
Mi abuelo vuelve
todos los días a una casa
que supo
reclamar como propia
para hacerse
cargo de su vida.
Mi abuelo -que
son dos-
se hace cargo de
su muerte con idéntico tesón.
Mi abuelo -que
son dos-
es una sombra
adusta,
una estatua de
respirar afanoso,
un prócer a
domicilio.
Mis abuelos no
reconocían a sus amigos
por su voz remendada
en el teléfono
sino por el
calor y vigor de su apretón de manos,
y no esperaban
menos de nosotros que la estatura
de sus hazañas domésticas
y su amable
rectitud sin tentaciones.
Yo llevo pelos
de las cejas revueltas del abuelo
en mis mechones imprecisos.
en mis mechones imprecisos.
Yo tengo la
sangre espesa del abuelo en mis venas
verde-añiles.
Yo llevo la
memoria de la guerra en las historias del abuelo.
Yo soy mi abuelo
en la tez morena que el altiplano tañe.
Yo seré mi
abuelo en los laberintos tercos de la molécula traviesa.
Yo fui mi abuelo
cuando alfabeticé mi alma.
A mi abuelo -que
son dos-
lo conocí apenas
de oídas,
pero somos la
misma tierra
el mismo pan y
el mismo cuerpo.
Este poema ha sido publicado en la antología del Club Abuelos "Abuelos y Nietos".
http://www.lulu.com/shop/club-abuelos-buenos-aires/abuelos-y-nietos-poemas/paperback/product-20186174.html
Foto: Archivo La Patria
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