En marzo lanzamos el DVD + libro Tragaluz. Se trata de una sesión acústica grabada y filmada en el Teatro de Cámara. Un trabajo junto a Foko Films, ProAudio, Editorial 3600, y Parque Astral Discos. Aquí un adelanto.
Terminator
El mundo es asqueroso y estupendo.
te amo y te odio mundo inmundo.
Dame tu boca de cloaca, tu boca de mojada
concha,
tu boca de río que desemboca en un mar
abstruso y constante,
malvado e indócil.
Dame tu mano de fuego, tu mano de árbol, tu
mano fría en la frente enferma.
Quiero tu alma de leche, de pájaro
extraviado, de susurro ultrasónico, de bomba submarina.
Quiero dormir en el atolón la noche en que
se elevará el hongo atómico.
Quiero ser un ciudadano invisible, un poeta
de buen corazón y pésimo carácter.
Un zumbido de abejorro en el tímpano hueco
de un dios autista.
Una pompa de luz que engendre música que se
pueda escuchar bajo el agua.
El mundo es un fuego fatuo en medio de una
fiesta infantil,
una herida horadada en el silencio
furibundo del cosmos.
El mundo ha muerto, bendito sea, vamos a
mear sobre su tumba,
vamos a alimentarnos con los gusanos que lo
corroen,
vamos a morirnos con él, lenta y
premeditadamente.
El mundo es un autómata hecho de papeles y
tornillitos,
cada latido es un juego de dados,
una discapacidad virtual, una lisonja a la
muerte.
Dios es el nombre que le asignamos
al que será el último asesino de la
humanidad.
Por eso deseamos tan fervientemente que retorne
de una vez por todas
de su tumba blanca y fecunda.
Por eso nos amamos unos a otros
como quien lanza cometas a un cielo
demente.
Una
pezuña de frutillas
A estas horas, pocas cosas:
manchas en el aire intermedio
-como los caprichos del mármol-,
un queloide cárdeno en mi pierna izquierda,
una pezuña de frutillas
amparada por la luz rosada que filtra un
platanero.
Un desayuno en casa ajena
feliz,
mirando una casita horrible en la acera de
enfrente
atrapada entre edificios toscos y umbrosos
que se marchita en silencio
en los sinuosos intestinos
de esta ciudad autista.
Política
No quiero votar.
Quiero volar.
Arqueología
Vivo
en un ombligo hondo,
enigmático,
poblado,
matizado
por ruinas de civilizaciones antiguas
que
los arqueólogos no se molestan en excavar
porque
ellos viven en sus propios ombligos
alemanes,
condescendientes, subvencionados.
Vivo
en un ombligo gracioso y asimétrico
que
se pone nariz de payaso
para
amenizar fiestas infantiles los sábados por la mañana.
Un
ombligo
que
conoce la soledad maternal del universo,
la
orfandad de un libro que se acaba,
el
estuco que abrazado conforma las columnas
que
sostienen el lienzo de la noche profunda,
acaso
otro ombligo, más grande,
una
hondura, un cordón musical
que
nos conecta con un vientre insospechado.
Un
ombligo ojo mano luz
un
ombligo agujero negro,
un
volcán inactivo,
un
mundo embrión que duerme
arrullado
por los mantras obsesivos del espejo.
Fotografía
[2]
Una chica
abre los ojos:
he aquí un cosmos acabado de crear
un globo plural inflado en múltiples
direcciones.
Una chica
abre la boca:
escuchen el beat del centro de la tierra
la banda sonora original del big bang
un coro de ángeles suspendidos que cantan
de cabeza.
Una chica
abre las piernas:
he aquí una puerta a otras dimensiones
una marcha hasta la sede de gobierno en
contra de la muerte
un vaso comunicante con la imaginación retorcida
de un dios brillante y obsoleto.
l style='line-height:200%'>un
ombligo agujero negro,
un
volcán inactivo,
un
mundo embrión que duerme
arrullado
por los mantras obsesivos del espejo.