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miércoles, 24 de febrero de 2016

Noticia Diecisiete: Adelantamos poemas de Tragaluz




En marzo lanzamos el DVD + libro Tragaluz. Se trata de una sesión acústica grabada y filmada en el Teatro de Cámara. Un trabajo junto a Foko Films, ProAudio, Editorial 3600,  y Parque Astral Discos. Aquí un adelanto.


Terminator

El mundo es asqueroso y estupendo.
te amo y te odio mundo inmundo.

Dame tu boca de cloaca, tu boca de mojada concha,
tu boca de río que desemboca en un mar abstruso y constante,
malvado e indócil. 

Dame tu mano de fuego, tu mano de árbol, tu mano fría en la frente enferma. 
Quiero tu alma de leche, de pájaro extraviado, de susurro ultrasónico, de bomba submarina.

Quiero dormir en el atolón la noche en que se elevará el hongo atómico.
Quiero ser un ciudadano invisible, un poeta de buen corazón y pésimo carácter.
Un zumbido de abejorro en el tímpano hueco de un dios autista.
Una pompa de luz que engendre música que se pueda escuchar bajo el agua.

El mundo es un fuego fatuo en medio de una fiesta infantil,
una herida horadada en el silencio furibundo del cosmos. 

El mundo ha muerto, bendito sea, vamos a mear sobre su tumba,
vamos a alimentarnos con los gusanos que lo corroen, 
vamos a morirnos con él, lenta y premeditadamente.

El mundo es un autómata hecho de papeles y tornillitos,
cada latido es un juego de dados,
una discapacidad virtual, una lisonja a la muerte. 

Dios es el nombre que le asignamos
al que será el último asesino de la humanidad.
Por eso deseamos tan fervientemente que retorne de una vez por todas
de su tumba blanca y fecunda.
Por eso nos amamos unos a otros

como quien lanza cometas a un cielo demente. 


Una pezuña de frutillas 

A estas horas, pocas cosas:
manchas en el aire intermedio
-como los caprichos del mármol-,
un queloide cárdeno en mi pierna izquierda,
una pezuña de frutillas
amparada por la luz rosada que filtra un platanero.

Un desayuno en casa ajena 
  feliz,
mirando una casita horrible en la acera de enfrente
atrapada entre edificios toscos y umbrosos
que se marchita en silencio
en los sinuosos intestinos 
de esta ciudad autista. 

Política 

No quiero votar.

Quiero volar.


Arqueología

Vivo en un ombligo hondo,
enigmático, poblado,
matizado por ruinas de civilizaciones antiguas
que los arqueólogos no se molestan en excavar
porque ellos viven en sus propios ombligos
alemanes, condescendientes, subvencionados.

Vivo en un ombligo gracioso y asimétrico
que se pone nariz de payaso
para amenizar fiestas infantiles los sábados por la mañana.

Un ombligo
que conoce la soledad maternal del universo,
la orfandad de un libro que se acaba,
el estuco que abrazado conforma las columnas
que sostienen el lienzo de la noche profunda,
acaso otro ombligo, más grande,
una hondura, un cordón musical
que nos conecta con un vientre insospechado.

Un ombligo              ojo        mano           luz
un ombligo agujero negro,
un volcán inactivo,
un mundo embrión que duerme
arrullado por los mantras obsesivos del espejo.


Fotografía [2]

Una chica
abre los ojos:
he aquí un cosmos acabado de crear
un globo plural inflado en múltiples direcciones.

Una chica
abre la boca:
escuchen el beat del centro de la tierra
la banda sonora original del big bang
un coro de ángeles suspendidos que cantan de cabeza.

Una chica
abre las piernas:
he aquí una puerta a otras dimensiones
una marcha hasta la sede de gobierno en contra de la muerte
un vaso comunicante con la imaginación retorcida
de un dios brillante y obsoleto.
l style='line-height:200%'>un ombligo agujero negro,

un volcán inactivo,
un mundo embrión que duerme
arrullado por los mantras obsesivos del espejo.

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